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Una patrulla de policía cuida de la seguridad del Padre Toño las 24 horas del día. Su vida está amenazada por ser uno de los principales precursores de una tregua entre la Mara Salvatrucha y la 18. Una idea que los sectores radicales de las bandas callejeras no comparten. Tal es el nivel de odio que existe entre las maras, que el estado ha habilitado, exclusivamente, dos prisiones para mantener controlados a los miembros de las dos principales pandillas.